Reflexión de Adviento

Usted está aquí


Somos personas que siempre estamos en el camino de la espera. Siempre esperamos cosas y situaciones pensando que nos hacen felices. Siempre esperamos a esa persona especial pensando que hará de nuestra vida, una vida  completa y feliz. Pero sabemos por nuestras experiencias  que no toda nuestra espera concluyó de la manera que queríamos. Por otro lado, incluso si algunas respuestas están llegando, todavía hay vacíos dentro de nosotros y nosotras. Esto es parte de ser humano y tod@s lo experimentamos de alguna u otra forma.

La vida es una espera interminable que realmente capta el sentido de la temporada de Adviento.

Abramos un espacio en nuestros corazones para profundizar lo que esta temporada litúrgica intenta enseñarnos. Es un tiempo valioso para esperar, escuchar y reflexionar sobre la inmensidad del amor de Dios por todos nosotros y nosotras.

Desde tiempos inmemorables, Dios se reveló  a sí mismo y nos mostró su plan divino para todos nosotros, con la intención de que participemos en esta misión. Y es que en la plenitud de los tiempos, Dios envió a su único Hijo como un bebe frágil con todas las vulnerabilidades que tiene nuestra condición humana, para salvarnos, sanarnos y transformarnos.

Se podría decir que con las crecientes demandas de nuestro mundo secular, además de toda la abrumadora propaganda mercantilista, a menudo damos por sentado la importancia de esta temporada en nuestra vida espiritual. Estamos tan impacientes que hasta queremos celebrar la Navidad por adelantado en la manera a la que estamos acostumbrados sin una comprensión más profunda de lo que significa pasión y agradecimiento. Estamos  descuidando la importancia de esta temporada porque andamos ocupados con muchas preparaciones extravagantes y superficiales que tenemos para Navidad; desde colocar las luces y decoraciones navideñas hasta comprar los regalos y planear nuestra fiesta de Navidad. Pero ¡No se apresure!, tómese el tiempo para disminuir sus preocupaciones. Disfruta y aprecia cada momento, solo así veras las manifestaciones de Dios y de su amor desinteresado e incondicional en todo lo que nos rodea.

La temporada de Adviento nos llama a estar atentos y reevaluar nuestras prioridades en la vida. Esta misma, es una oportunidad de reflexión  más profunda y de apreciación del mayor regalo que Dios nos ha dado, su AMOR. Dios se haga uno con nosotros para que pueda abrazarnos completamente sin límites ni condiciones.

¿Tenemos suficiente espacio para acoger a nuestro Señor en nuestras vidas y permitirle que sea el centro de todo? Abracemos esta temporada con un corazón de búsqueda constante hacia  Dios Padre, que está en todas partes y en todo.  

 

P.Dylan